Historia de Cimeria
Hace mucho tiempo, en algún lugar del planeta, había un brujo muy poderoso cuyo único tesoro en el mundo, a pesar de poder tener todo lo que quisiera, era su hija Eretria. Su pequeña joya tenía la sonrisa más hermosa y el alma más pura que nadie haya podido ver jamás.
Y se moría. Había enfermado de forma extraña. Las altas fiebres la mermaban día a día. El brujo veía cómo su luz se apagaba. No podía consentir que eso ocurriera, y decidió actuar: con toda la magia que tenía a su alcance, creó un libro con una cubierta y páginas especialmente resistentes a todo, incluido el tiempo.
Cogió su pluma e inició la escritura. Empezó a describir una isla donde el tiempo fuera infinito, donde la muerte no fuera algo asegurado, sino una mera posibilidad. Allí habitarían todo tiempo de criaturas y plantas, el tipo de seres que habitaban en los cuentos que tanto adoraba su pequeña Eretria.
Creó además sobre el libro un hechizo especial que absorbiera a quien lo leyese hacia su interior, donde el tiempo no pasaría sobre su piel ni su organismo. Así lo hizo, en una noche de luna creciente, se sentó junto a su hija y lo ofreció a Eretria para que lo leyera.
Salvó a su hija. Ahora, Eretria salía en las ilustraciones y en lo que podía encontrarse escrito en las páginas nuevas que habían aparecido al final del libro.. Él pretendía leer el libro y acompañarla, pero todavía no. Primero tenía que asegurarse de que no sería un peligro. Llamó a algunos de sus amigos, otros brujos, para contarles sobre la existencia del libro. Sin embargo, tras varios días, descubrió que éste, al principio fino, cada día aparecía algo más ancho. Y no comprendía por qué.
Hasta aquel día. Cuando sus amigos fueron a verle para oír lo que tenía que contarles, el libro no estaba. El brujo lo descubrió: su creación tenía conciencia propia, y parecía estar hambrienta. Se movía a placer.
Encontró el libro abierto sobre su escritorio, y lo leyó, creyendo que era otro. El brujo desapareció en el interior del libro. Cuando llegaron los brujos, se separaron por el hogar de su amigo, buscándolo. Uno a uno, fueron encontrando el libro abierto.
Todos cayeron y quedaron atrapados en su interior.
Desde entonces, el libro mágico con la palabra “Cimeria” grabada en su portada vaga por el mundo, buscando a personas para seguir alimentando su historia con nuevos personajes que llenen su interior de vida.
Y se moría. Había enfermado de forma extraña. Las altas fiebres la mermaban día a día. El brujo veía cómo su luz se apagaba. No podía consentir que eso ocurriera, y decidió actuar: con toda la magia que tenía a su alcance, creó un libro con una cubierta y páginas especialmente resistentes a todo, incluido el tiempo.
Cogió su pluma e inició la escritura. Empezó a describir una isla donde el tiempo fuera infinito, donde la muerte no fuera algo asegurado, sino una mera posibilidad. Allí habitarían todo tiempo de criaturas y plantas, el tipo de seres que habitaban en los cuentos que tanto adoraba su pequeña Eretria.
Creó además sobre el libro un hechizo especial que absorbiera a quien lo leyese hacia su interior, donde el tiempo no pasaría sobre su piel ni su organismo. Así lo hizo, en una noche de luna creciente, se sentó junto a su hija y lo ofreció a Eretria para que lo leyera.
Salvó a su hija. Ahora, Eretria salía en las ilustraciones y en lo que podía encontrarse escrito en las páginas nuevas que habían aparecido al final del libro.. Él pretendía leer el libro y acompañarla, pero todavía no. Primero tenía que asegurarse de que no sería un peligro. Llamó a algunos de sus amigos, otros brujos, para contarles sobre la existencia del libro. Sin embargo, tras varios días, descubrió que éste, al principio fino, cada día aparecía algo más ancho. Y no comprendía por qué.
Hasta aquel día. Cuando sus amigos fueron a verle para oír lo que tenía que contarles, el libro no estaba. El brujo lo descubrió: su creación tenía conciencia propia, y parecía estar hambrienta. Se movía a placer.
Encontró el libro abierto sobre su escritorio, y lo leyó, creyendo que era otro. El brujo desapareció en el interior del libro. Cuando llegaron los brujos, se separaron por el hogar de su amigo, buscándolo. Uno a uno, fueron encontrando el libro abierto.
Todos cayeron y quedaron atrapados en su interior.
Desde entonces, el libro mágico con la palabra “Cimeria” grabada en su portada vaga por el mundo, buscando a personas para seguir alimentando su historia con nuevos personajes que llenen su interior de vida.